Bonos panda: la estrategia financiera de Lula para reforzar lazos con China y atraer inversiones
Brasil espera vender su primera deuda soberana en el mercado chino este mismo año, en un momento en que el Presidente Luiz Inácio Lula da Silva pretende reforzar los lazos comerciales y de inversión con la superpotencia asiática.
La administración izquierdista de Brasilia está planeando el llamado “bono panda” -deuda emitida en yuanes por un prestatario extranjero-. y también está decidida a reentrar en el mercado de bonos denominados en euros, según Dario Durigan, el viceministro de Hacienda.
“La idea es que este año realicemos tanto una nueva emisión en dólares de un bono sostenible, como hicimos el año pasado, así como en Europa, y bonos panda en China”, le declaró Durigan al Financial Times (FT) en una entrevista.
“La UE quiere negociar con Brasil para expandir nuestro comercio bilateral, ya sea en términos de transacciones o también ofreciéndole a Brasil la opción de emitir sus bonos en Europa”, añadió Durigan. “Lo mismo puede ocurrir con China”.
El Gobierno de Lula ha estado tratando de profundizar los lazos comerciales con Bruselas y de consolidar los vínculos con Beijing, en medio de la guerra comercial mundial desatada por los extensos aranceles del Presidente estadounidense Donald Trump.
El bloque de naciones sudamericanas del Mercosur, del que forma parte Brasil, espera que, a finales de este año, se apruebe un acuerdo comercial con la Unión Europea (UE) que ha sido largamente esperado. El jueves, Lula se reunió con el Presidente francés, Emmanuel Macron, durante una visita de Estado a París, y lo instó a apoyar el acuerdo. Macron hasta ahora se ha resistido a ratificar el tratado comercial, al que se oponen firmemente los agricultores franceses.
Los planes para un bono panda se producen en medio de los esfuerzos para asegurar una mayor inversión proveniente de China, el mayor socio comercial de Brasil, durante una visita de Estado de Lula el mes pasado. Beijing también ha montado una campaña de acercamiento dirigida a Latinoamérica en su intento de ampliar su influencia económica.
“En muchos casos, yo considero los bonos panda como una estrategia diplomática más que financiera”, dijo Graham Stock, estratega de deuda soberana en mercados emergentes de RBC BlueBay Asset Management, añadiendo que estos instrumentos suelen ser de entre US$ 200 y US$ 300 millones en tamaño.
La emisión prevista pondrá a prueba el apetito de los inversionistas internacionales por la deuda brasileña en un momento de creciente escepticismo de los mercados hacia las políticas de Lula, quien ha tratado de aumentar el papel del Estado en la economía en un esfuerzo por impulsar el crecimiento y reducir la desigualdad.
El enfoque en impuestos y gastos de su Gobierno ha irritado a los líderes empresariales brasileños, con críticos argumentando que el gasto excesivo está alimentando la inflación, haciendo que aumenten las tasas de interés y arriesgando que se produzca una deuda pública insostenible.
“Siempre están pensando en nuevas formas de gastar dinero”, dijo Alberto Ramos, economista jefe para Latinoamérica de Goldman Sachs. “Todavía necesitan ajustar el déficit presupuestario en tres puntos porcentuales del PIB para que las finanzas sean sostenibles”.
Brasil principalmente se autofinancia a través de inversionistas nacionales, con menos del 5% de su deuda pública denominada en otras divisas, principalmente dólares; su última emisión en euros fue en 2014.
Esta semana, Brasil vendió US$ 1.500 millones en bonos a cinco años, con un rendimiento del 5,68%, y US$ 1.250 millones en deuda a 10 años, con un rendimiento del 6,73%. Ésta fue la segunda emisión internacional del país en 2025.
Emitir en yuanes sería más barato que hacerlo en reales, posiblemente hasta tan bajo como un 2% para la deuda a 10 años, pero eso deja el riesgo de divisas, dijo Stock, de RBC BlueBay. Cubrir esto en dólares podría acercar la tasa al costo de un préstamo en la divisa estadounidense, añadió él, mientras que cubrir la emisión en reales la elevaría a casi el 14%.
Los costos de los préstamos en Brasil han aumentado a medida que el banco central del país ha elevado su tasa de referencia al 14,75% en un intento de controlar la inflación. Los opositores acusan al Gobierno de no hacer lo suficiente para abordar el déficit fiscal crónico y los crecientes niveles de deuda.
Durigan declaró que la administración estaba en vías de alcanzar su objetivo para 2025 de tener un presupuesto primario equilibrado, es decir, antes del pago de intereses. Para el próximo año, el Gobierno se ha fijado como objetivo un superávit primario del 0,25% del producto interno bruto (PIB). Sin embargo, el déficit público nominal del país, el cual incluye el pago de intereses, ha aumentado bajo el mandato de Lula hasta alcanzar el 7,8% del PIB.
No obstante, Durigan espera que el país se esté acercando al estatus de grado de inversión. “Estamos llevando a cabo un ajuste fiscal progresivo. En otras palabras, estamos equilibrando las cuentas con justicia social”, afirmó. “Nuestro problema de deuda pública actual proviene hoy de los intereses. Si empezamos a abordar la situación fiscal, lo cual nos permitirá ofrecerle al banco central las condiciones para reducir gradualmente las tasas de interés, podremos obtener una calificación de grado de inversión el próximo año”, añadió Durigan.
Sin embargo, Ramos, de Goldman Sachs, se mostró escéptico. “No obtendrán el grado de inversión el año que viene”, señaló él. “Ni siquiera están cerca”.
Moody’s mejoró la calificación a largo plazo de Brasil el pasado mes de octubre a un nivel sólo un paso por debajo del codiciado estatus, lo cual abre la puerta a la entrada de capital más barato. Sin embargo, la agencia de calificación revisó el mes pasado la perspectiva crediticia del país de positiva a estable, citando un progreso más lento de lo esperado en la política fiscal.
Con unas elecciones generales el año que viene, los escépticos temen que el Gobierno recurra a mayores prestaciones sociales y a otras concesiones antes de los comicios.
Un anuncio realizado el mes pasado, destinado a reforzar las finanzas públicas mediante la congelación de R$ 31.000 millones (US$ 5.500 millones) en gastos, desencadenó una venta masiva del mercado debido a un aumento de los impuestos sobre determinadas transacciones financieras pobremente comunicado. Eso reavivó las dudas sobre el compromiso del Gobierno con la austeridad, y fue percibido por algunos como una forma de desalentar la salida de dinero del país, aunque el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, negó cualquier intención de imponer controles de capital.
El economista de Barclays Roberto Secemski describió la situación fiscal del país como “muy delicada”, dado que tiene una de las mayores cargas de deuda entre los mercados emergentes, con un endeudamiento público bruto del 76% del PIB.
“Brasil necesita un superávit primario de al menos el 2% para estabilizar la deuda”, afirmó Secemski. “Estamos lejos de eso. Muchos de los ajustes necesarios se han pospuesto y, siendo realistas, sólo se abordarán en la próxima administración”.